Tras diez años Sidney Prescott vuelve a Woodsboro, su pueblo natal y donde sucedieron las matanzas, para presentar un libro sobre la superación de su pasado y esto le sirve a Ghostface para reaparecer y hacerle la vida imposible a antiguos y nuevos personajes, pero esta vez, no existen reglas.
Nueva década, nuevas reglas, eso es lo que promete el cartel de la película, y es lo que nos ofrece, hasta cierto punto. Ya que Wes Craven aunque innova sutilmente nos ofrece la genial y efectista forma de asustar y mantener la tensión que utiliza desde el principio de la saga.
Con un inicio que quedará para la historia y que compite en genialidad con el principio de la primera Scream, esta cuarta parte de la saga rescata a los personajes supervivientes de la trilogía inicial: Sidney (Neve Campbell), más adulta y calmada, Dewey (David Arquette), ahora Sheriff de Woodsboro y la genial Gale (Courtney Cox), que ha dejado su carrera periodística para ejercer de correcta mujer del Sheriff.
A estos personajes se la añade la nueva generación que será azotada por el asesino, entre ellos, la prima de Sidney, Jill y sus compañeros de clase y amigos entre los que encontramos los típicos personajes de siempre, la guapa, la lista, los frikis, etc. Todos posibles víctimas y todos potenciales asesinos, ya que lo que no pierde esta secuela es la posibilidad de que cualquiera sea Ghostface y cualquiera nos parezca sospechoso.
Lo que queda claro con esta película es que tras tanto remake, vuelta de tuerca y secuelas imposibles en el mundo de los asesinos en serie en las que se han gastado millones en efectos, sangre y guiones poco creíbles, lo que funciona es lo clásico, sin artificios (sólo una puerta entreabierta y música de misterio que nos pone los pelos de punta es suficiente), usado como lo hace Wes Craven y utilizando temas actuales como las redes sociales y la autocrítica y la autoparodia para hacerte sonreír más de una vez y asustarte un segundo después.
7/10: Os encantará si sois seguidores de la saga, a los que no lo son, ¿a que esperáis?
Por: Karlos
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